12.04.2013 por
Mucha gente se pregunta si el copylove es un eufemismo colocado en el programa de ZEMOS98 de forma astuta para enmascarar que estamos todas metidas en una orgía durante cinco días. Hay quien piensa que al copylove se viene a follar. Efectivamente tienen razón. En copylove se rinde culto al sexo más desenfrenado. En copylove se folla con acento andaluz. Desvelado ya el misterio, en las líneas que siguen voy a relatar algunos de los instantes que más me llamaron la atención de la orgía que aconteció ayer. Intentando evitar los detalles más lúbricos y escabrosos recordaré la sesión que se presentó bajo el enunciado “Emancipándonos de la dependencia del rumbo”, sin duda, promesa de bacanal. Lo primero, la puerta del ICAS está flanqueada por un cartel en el que se puede leer en grandes letras góticas “Si estás, estás. Si no estás, no estás”, (con el subtítulo “los cuidados os harán libres”) dándote a entender que este sin duda va a ser un proceso de inmersión total. En el copylove no hay medias tintas. O amas o te aman. O das, o te dan.
El siguiente paso de este ritual denominado copylove consiste en quitarse la ropa, propiciando el momento vulnerable que da título a esta edición del Festival. La vulnerabilidad de los cuerpos desnudos, de la vida desnuda hace que uno tenga que empezar a gestionar sus timideces, miedos, deseos, represiones, pulsiones, etc. en colectivo, de gestionarse con los demás. De esta forma deviene una de las líneas fuerza que cruzan los planteamientos de esta edición del festival, pensar la gestión no como una mera actividad técnica, no como la organización más efectiva de tiempo, recursos, personas, sino como un elemento político de comprensible complejidad. La gestión de los cuidados. La gestión de los cuerpos.
En estos momentos de vulnerabilidad, de estar arrojada a los otros, los viejos dispositivos afloran. Las formas conocidas de hacer. Los artefactos que pese a no ser los más operativos, son fáciles de agarrar. La lista de correos, la asamblea, el orden del día, etc. tecnologías con pátina de obsoleto, pero de rabiosa actualidad. Las cadencias de los cuerpos, las pautas ya conocidas, los caminos recorridos nos conducen, irremediablemente a esos artilugios que, pese a saber gastados, nos siguen sirviendo para organizar. Fetiches de otro tiempo, elementos identitarios, en la gestión de los cuerpos apenas se tiene tiempo de pensar. El ritmo trepidante de los acontecimientos, la concatenación constante de eventos que requieren de nuestra atención hace que nos valgamos de reliquias que en algún momento funcionaron pero que en la actualidad obstaculizan nuestro avanzar. La orgía avanza nuevas tecnologías de la gestión de los cuerpos pero teme desprenderse de lo que en otro momento le sirvió. La orgía anticipa la adopción de nuevos dispositivos pero en sus estertores, no logra deshacerse de viejos TICS. Recordamos que emanciparnos no tiene por qué ser sinónimo de libertad.
En las orgías también nos cuidamos, cuidamos los cuerpos, los ambientes, las luces, las comidas y bebidas que nos dejan reproducirnos, cuidamos el entorno que nos permiten desear. Empezamos a pensar los cuidados, damos un paso más pensando el cuidado como una forma de reproducir las condiciones materiales que nos permiten estar. La gestión de los cuerpos conlleva hacer que los cuerpos no estén constantemente bajo amenaza. Que los cuerpos no tengan que temer por mañana poder no estar. El goce implica podernos cuidar. Permitirnos seguir siendo con plena vitalidad. El cuidado no es un paliativo, es la estructura que nos permite ser, ser en común, claro, esto es una orgía. Es el cuidado radical, el cuidado que busca generar. Entre sístole y diástole, émbolo y extrusión, disolvemos la producción en la reproducción. Cuidar a los cuerpos para que los cuerpos puedan ser. Cuidar es producir. Nos sonrojamos frente a lo obvio, frente a la desnudez que nos permite continuar. A la luz de los candiles, a la luz de la candela.
Vamos a diferentes ritmos, diferentes intensidades, nos movemos a diferente velocidad. Este amasijo de piernas, cabezas, lenguas, dientes y narices no puede caminar al unísono. Avanza a trompicones, a veces unas avanzan, otras se quedan atrás. La gestión de los cuerpos acepta que no todo el mundo puede estar en el frenesí de forma sostenida. A veces es necesario parar para descansar. Para contemplar los otros cuerpos. Para dejarse afectar. Organizar los ritmos, lubricar lo disfuncional. La gestión de los cuerpos no es una técnica métrica. No existe un taylorismo del desear. Es otra cosa. Consiste en una sensibilidad, en saber quién puede y quién no puede estar. Quién puede darlo todo y quién necesita reposar. Con quién abrazarse y a quién dejar que disfrute su soledad. Esta máquina es arrítmica, trepidante pero baila siempre a diferente compás.
Nuestros cuerpos se hacen memoria. Acogen a los fantasmas, las caricias y las frustraciones que nos han permitido llegar hasta aquí. Queremos intervenir en esa memoria, pero eso implica abrirnos en canal. En la gestión de los cuerpos no tan sólo nos desnudamos, en la gestión de los cuerpos nos dejamos atravesar. ¿Cómo diseñar una metodología eficaz salpicados por tantos recuerdos, intensidades, objetivos, fluidos y contradicciones? La gestión de los cuerpos no es una gestión eficaz. En esta orgía no se puede pensar sin desear. En esta orgía los objetivos se marcan al compás. Los cuerpos se conducen, se organizan, se encienden y se queman. La gestión de los cuerpos no es una gestión técnica, es una gestión afectiva de la complejidad. Las memorias nos traicionan y nos hacen más astutas. Los cuerpos se atraen. Lo íntimo siempre fue político, ahora lo íntimo es objeto de gestión. La memoria colectiva que se deja gestionar.
Aspiramos al clímax, a esa victoria temporal sobre el tiempo, sobre el tener que estar. Pero no podemos corrernos todas al unísono. Ese es un objetivo precioso pero imposible de alcanzar. Vamos conquistando pequeños deseos. Vamos avanzando muchas veces sin avanzar. Aceptamos que en la gestión de los cuerpos la productividad no puede ser el objetivo al que aspirar. La Victoria es guapa, Victoria nos atrapa, nos atrae. Pequeñas conquistas que nos acercan, dando rodeos, perdiendo el tiempo, en ocasiones perdiendo la ilusión. De allí que terminemos a veces desencantadas, a veces quemadas, a veces enrojecidas o incluso sin ganas de volver. La gestión de los cuerpos sabe que acontecemos a través de pequeñas victorias. A veces con besos, a veces con abrazos, a veces con miradas, a veces, estando sin estar.
Residencias copylove, sesión del miércoles 10 de abril.