“Somos amas de casa, ése es nuestro deporte”

22.04.2013 por Susana Serrano

EL BATALETT- FEMMES DE LA MEDINA (LAS HEROÍNAS- MUJERES DE LA MEDINA) Dalila Ennadre, Morocco. France 2002. vo French. s Spanish. 60 min

Entornos domésticos, primeros planos con miradas que no esconden nada y conversaciones relajadas llenas de humor agridulce son algunos de los elementos que componen este magnífico documental de Dalila Ennadre. En él la autora nos muestra aquellos lugares invisibilizados y deslegitimados a los que acerca su cámara para dar voz a aquellas personas que no tienen la oportunidad de formar parte de la esfera pública de su país, en este caso Marruecos. Entendiendo el documental como la mejor herramienta para utilizar en la lucha por los derechos sociales, Ennadre no sólo se preocupa por conseguir hacer un fiel retrato de las mujeres de la Medina, sino que además lo hace funcionar como reclamo activista para reivindicar una situación de desigualdad. Lo hace de la manera quizá más efectiva: comunicando desde los afectos, que te sitúan directamente en otras perspectivas aunque sean de un contexto muy alejado del tuyo.

Aquí las mujeres aparecen en su ambiente cotidiano hablando entre ellas y con la directora, a la que tratan como si fuera una más; con lo que consigue así unos diálogos brillantes cargados de ingenuidad, ironía y de una sinceridad que nos invita a ver lo que pasa en el interior. Un “adentro” que en definitiva es el corazón político de las ciudades, protegido entre las gruesas paredes de sus hogares, pero siendo el lugar desde donde se deciden los asuntos de mayor importancia para sus habitantes y donde además se hace sostenible la vida. No hay ni un sólo momento del documental en el que no veamos a estas mujeres trabajar en todas aquellas tareas indispensables para que el mundo funcione. Preparar la comida, lavar la ropa o cuidar de los hijos son el día a día de estas heroínas de la Medina. Entre tanto, nos sorprenden a cada rato desgranando frases de gran agudeza en las que aparece una extraña mezcla entre rebeldía y resignación, alegría y tristeza. Pertenecientes todas ellas a una de las zonas más pobres de Casablanca, conocemos de cerca la situación de este grupo de mujeres que, siendo vecinas, forman una comunidad que destaca por su sororidad y apoyo mutuo ante la desolada situación en la que viven.

Al escucharlas no podemos dejar de conmovernos pero al mismo tiempo tenemos la oportunidad de reflexionar gracias al distanciamiento que nos ofrece la pantalla. ¿Cuáles son las condiciones que les impiden mejorar sus vidas y llegar a un mayor grado de igualdad? Generalmente tratadas como mercancía en manos de sus maridos, sin embargo muestran una entrega y un amor incondicional hacia sus familias. Mantener la casa impecable es lo único que en un principio parece que pueden y quieren hacer, no faltando cierto orgullo al hablarnos de su causa. Privadas de la posibilidad de ocuparse de sí mismas, bromean diciendo que “ser amas de casa es su deporte”. Será sin embargo en la gran manifestación por los derechos de la mujer a la que asisten hacia el final del documental el momento en el que veamos algo de esperanza. Participar de esta experiencia empoderadora da un pequeño giro en las vidas de nuestras “heroínas”. Aunque luego tengamos que ver esa cruda realidad en la que uno de los maridos se ríe de su mujer a la vuelta y la intente ridiculizar al verla contar con entusiasmo ese viaje en el que comenta que se sintió “parte de la historia”. Anteriormente en la cinta, veíamos como alguna de ellas había comentado que no escuchaba las noticias porque para ella ya era demasiado tarde, y sin embargo al final son ellas mismas las que aparecen en las noticias accionando esa posibilidad de cambio.

Si bien se seguirán mostrando algo vencidas ante sus circunstancias, parece que al menos sí que quieren una vida diferente para sus hijas. A pesar de la falta de recursos y formación son conscientes del problema y están dispuestas a luchar para que sus hijas tengan una vida más justa, una “vida que merezca la pena ser vivida” fuera de las paredes blancas de la Medina. Es ahí donde el personaje de la niña, que se esconde para hablarnos entre hojas de menta, aparece con su lucidez para quizá traernos algo de aire fresco que anuncia cierta liberación. Sus madres, por desgracia, permanecen aún pasando los días cortando cebollas, pero se ríen al decirnos que “antes eran lágrimas de verdad y ahora son por la cebolla”, una broma inteligente y profunda que refleja esa heroicidad que se nos retrata en este trabajo: la capacidad de estas mujeres para sobreponerse incluso ante las peores circunstancias.

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